"No hay más miedo que el que se siente cuando ya no sientes nada..."

David Torres Yáñez Copyright México 2010
Es inevitable que los arboles no se dejen seducir por el aire que les roza en cada momento, algunos días como el de hoy ha logrado en ese vaivén arrancar las hojas desgastadas de recuerdos para que se perdiesen en esa fría caricia en la cual se va desmoronando poco a poco hasta convertirse nuevamente en tierra y nutran las nuevas hojas.

Y el ser humano agazapado a la magnitud de la naturaleza, logra tejer la complejidad en sus relaciones sociales, haciéndolas lo más difícil posible, en vez de conjugarse con el aire y fluir como las hojas que caen de los arboles.

El sabado se viste de aire de norte a sur, en la noctámbula tarde del calor la lluvia amenaza con envolver la contaminación citadina, ensimismado de pensamientos logro desprenderme de la tristeza un momento y admirar como el ocaso que logra arrancar un suspiro, tal cual el aire a las hojas de los arboles. Tarde rara de calor, el aire sigue emprendiendo su viaje hacia no se donde, rozando fuertemente el rostro ante la ausencia de caricias.

La charla por la tarde logra despertarme, la cafeína me produce un placer inmenso que me acompaña cuando la noche llega. Las palabras siguen siendo el vehículo en el cual el alma logra desprenderse en el desahogo, entonces la compañía crea un sosiego que parecía no llegar.

Los recuerdos logran desprenderse y se siguen yendo con el viento, en ese remolino que se va creando poco a poco de suspiros, empiezan a darme vueltas las cosas de los últimos días, el trabajo, la soledad, el amor, la vida de hoy.

En este escrito sin sentido, el aire ha traido a mi los recuerdos y personas gratas en mi vida, apenas ayer llamé casi a todos mis amigos del pasado, logrando así en este presente volver a ser hoja que se mezcla con el viento y que va chocando con otras dejandose seducir por el aire.

El aire es la vida que nos va uniendo uno a uno, cada árbol, puede que en ese vaivén nos encontremos o nos separemos cada vez más... eso depende de complejizar o dejarnos fluir con el viento... Es por eso que el miedo más grande es cuando ya no se siente nada...

El sentir es parte del impulso de ese aire, no hay arte más seductor que el de la vida, ni sentimiento más complejo que el de la muerte....

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