"Nunca el Tiempo es Perdido"

La vida nos arrastra con los estereotipos y con todo aquello que la gente pretende o "quiere" que seamos: un simple servil de la vida exitosa. Yo no se que sea una vida exitosa, tan sólo como diría Ciorán: respirar ya es todo un éxito. Uno de los problemas que se suscitan ante las tragedias es que 
siempre es más difícil cuando uno se encuentra en una altura (en la que las nubes parecen compañeras)  que no se alcanza a ver el suelo; y de repente una el caer en una zanja (que vá más allá de raz de suelo) se convierte en una trampa de la cual no podemos salir. 

La tragedia comprende esos aspectos de la vida. Nietszche lo alude de manera magistrar en "El Origen de la tragedia" como aquella naturaleza natural  del ser humano: La Apolínea (la tendencia a la prudencia y a la virtud) y lo Dionisiaco (el vicio y las pasiones). Y no es que sólo el filósofo alemán haya sido el único que habláse de eso, sino que desde siempre existe esa dualidad que desde Aristóteles o Platón, incluso en el Renacimiento Marisilio Ficino hablaban de los ángeles y los demonios que tenemos dentro. Incluso Buddha encuentra el famoso punto de equilibrio entre la razón y la pasión. 

Pero dejemos atrás la verborrea intelectual y vayamos al punto exacto que se quiere tratar: Aludimos al tiempo como ese parámetro de vida en el cual realizamos nuestras actividades. Cualquier tragedia que se llega a presentar la magnimizamos en el teatro de la verdad (estilo "Mulhollan Drive" película de David Lynch), en ese aspecto la vida se tiende en un escenario donde no hay guión y así mismo se comprenden las decisiones que se toman ante la vida. 

Vale pues,  uno puede aplicar el humor negro y reírse hasta de las propias desgracias, o engendrar un mar de lágrimas al respecto, pero como lo he dicho antes: cuando vagamos por las nubes y vamos por el mundo haciendo imágenes de todo es en ese momento en el cual la vida parece ajena. Todo el mundo ve desde su promontorio -como lo leí algún día de Ortega y Gasset- y es en ese día en el cual el promontorio no es más que una zanja donde no hay donde ir, el mundo se acaba, el cielo parece lo más lejano y entonces no hacemos más que pensar.

Allí el efecto de la tragedia, te hace pensar más que nada en el mundo, te presenta diferentes escenarios donde escapar es la última opción. Ya no está en manos de los Dioses, sino en la fe que se deposita en ellos para poder alcanzar a salir. Ya no es el drama la única opción para salir de la zanja. Lo único que puedes hacer es tomar decisiones e ingeniar ideas para poder crear una escalera al cielo (como lo diría Led Zepellin). En ese aspecto la vida se va fraguando en nuevas formas de entenderla y estoy casi seguro que cuando alguien sale de la zanja ya no le da miedo pisar el suelo y ver la realidad, enfrentar las circunstancias y revitalizar esa parte de la vida.

Nunca el tiempo es perdido, porque en todo omento se está aprendiendo cosas nuevas, incluso en las circunstancias más adversas es cuando más se aprende, porque lo que viene después es la vida sólo el suelo donde poner los pies y caminar... "Nunca el tiempo es perdido sólo un recodo más en nuestra ilusión ávida de olvido"  (como diría Mnolo García)

No importa el lugar donde te ponga la vida... siempre decide ante las circunstancias...








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