ENTORNO AL NOGAL.

DAVID TORRES YÁÑEZ
copyright méxico 2008.
El abuelo se molestó aquella tarde que me colgué de la rama de un nogal y la quebré en aquel invierno de vacaciones. El viejo pensaba que había roto un brazo del primer árbol de la decena que sembró en el solar. Meses después la vida me la cobraría quebrándome el brazo izquierdo bajando la calle empedrada, la misma que en la lluvia formaba pequeños riachuelos que no me cansaba de perseguir, llevandose todo el fango y que observaba aún me llevara unas empapadas.
En época de cosecha los nogales cobraban vida, parecía que nos arrojaban sus frutos en la espalda las tardes que corríamos debajo de ellos, mis primos y yo creabamos columpios en sus ramas, un sin fin de juegos, dichos árboles que sus frutos y sus hojas viven medio año, la otra mitad viven desnudando su sequía y las hojas poco a poco van creciendo, pero mientras se mezclaban en las noches de mis sueños, miedo de pasar por el solar donde sus sombras proyectadas eran moustruos sin final combinandose con el aullar de los perros, el aire frío provocaba el tiritar de mi existencia, un nudo en la garganta. Una noche me imaginé que ese árbol de la rama rota me destrozase con sus falanges delgadas.
El cortar las nueces nunca fue de mis taréas favoritas, su cáscara verde nos ensuciaba las manos meses, mis primos y los abuelos lo disfrutaban, sus pulgares manchados, las uñas largas con tinta opaca, yo prefería figir para no llegar a esa tarea.
Al huir de dichas obligaciones prefería seguir comiendo nueces y sólo hasta él verano que hoy vivo saqué algunas hipótesis quizá prolíficas:
  • Siempré pensé que el nogal se cobró la venganza con mi brazo izquierdo, ese miedo me llevó a imaginarlo como un monstruo, pero al final, he dado cuenta que el ser humano no dista de mucho. Aveces puede que la venganza sea sólo una imaginación, una invención de un enemigo para exaltar el miedo y la furia.
  • Mi condición de niño citadino me impedía ensuciarme las manos con la tinta de cáscara de nuez. Hoy en día quisiera hacerlo pero mi condición de citadino me lo impide.
  • Pensaba que pelar las nueces era trabajo de los abuelos y los primos mas familiarizados con dicha acción, yo me dedicaba a observar y comer.
  • Pero la nuez tiene tantas capas, una verde y blanda que tiene un tinta que ensucia las manos y no se quita sino con el paso del tiempo, otra cáscara café que es la que conoce medio mundo que es dura y una mucho más frágil pegada a la semilla que es una milimétrica piel, por lo tanto:
  • Los seres humanos son iguales, para llegar a su verdad hay que romper la cáscara verde, mancharse las manos, romper la cáscara dura, llegar a desgarrar la piel que antecede al fruto comestible para digerirlo. Si no se desgarra esa piel, el sabor suele ser amargo y despreciable, a menos de dejarlas secar para encontrar un sabor más placentero.
  • Así mismo, el amor es así, hay que mancharse, romper con más fuerza lo duro, llegar y desgajar la piel para poder comer. Pero sin duda hay personas que para facilitar dicha empresa, prefieren: Dejar que los abuelos se manchen las manos, romper violenamente y cuando no hay más ganas dejar secar el fruto para digerirlo sin quitar esa pequeña piel....

NOTA: Es mucho más saludable comer nueces frescas, aunque le quitemos la piel, ya la mayoría de las personas que conozco prefieren las nueces secas. Hoy en día 5 de los nogales ya no existen en el solar, pero sin duda, el más grande y lindo sigue siendo aquel que le rompí la rama y que es una de las herencias que me dejó mi abuelo, yo creo que pensó que el miedo me comería por toda mi vida y creo que no es tanto el árbol sino las personas dicho lo anterior...

Comentarios

  1. me dejaste sorprendida, muy sorprendida
    hoy más q otras veces
    me cautivo tu historia
    y la volveré a leer y te
    posteare algo mejor va?
    gracias por alegrar lo nublado con tus letras!!!
    un beso

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