TANTO HACE EL QUE ESPERA, COMO EL QUE NO ESPERA ALGUIEN...

Es curioso observar las personas que estan a la espera de un encuentro. Si se quisiera abordar el tema podrían leer la novela de Sandor Márai "El Ùltimo Encuentro", quedando esto último como una seria recomendación.
Me he atrevido a llamar a toda la serie de pensamientos que se plasman en este sitio la metafísica de lo concreto. Metafísica por que casualmente hay cosas que escapan de lo físico, sin siquiera contemplar a Kant o a Shopenhauer; le llamo de lo concreto, por la serie de concreciones que emprendemos todos los días sin siquiera dar una pequeña reflexión de lo acontecido.
Hoy he dado cuenta de todos los puntos de reunión: las estaciones de metro, el lobby de un buen restaurant, los afueras de la Biblioteca Central, las cafeterías, etcétera.
Curiosamente con mi vaso de café empuñado, observo a las personas como entre mirar el reloj y un lado al otro esperan el abrazo o el beso. Tal cual "espectador" formo parte también del espectáculo y me atrevo a repetir los ademanes, observo el reloj del celular, de un lado a otro veo a las personas. Ante esto, sucede que yo no espero absolutamente a nadie, simplemente trato de convencerme de que alguien llegará al encuentro, doy pasos en zig-zag, esperando realmente a "alguien", a la puerta de la Facultad de Filosofía y Letras, en este esquema ficticio, empiezo a sentir la presión de que alguién no esta llegando a tiempo. Me desespero de tal manera que las personas a mi alrededor empiezan a imitar este fastidio, al final me marcho y veo a lo lejos que se relajan.
Al final, lo cómico se refleja, una chica que parece que llegó tarde al encuentro de ayer le comentan que ya me fuí, lo que quiere decir que las personas en la hora de la "espera", se fijan mucho más en lo que pasa alrededor, estan sitiadas en un punto para observar el comportamiento de los demás. Así se van creando los factores conductuales de imitación que permiten que las situaciones se contagien de cierta manera.
Después de esto, me limito a regresar al lugar donde istriónicamente esperaba a alguien y la gente se sorprende aún más, pues se han equivocado, la hermosa chica ni yo nos conocemos, por lo que a mi respecta no espero a alguien, por otro lado ella me espera a mi. ¿Cómo va a ser eso? Certeramente la chica se limita a sonreir, los rostros de la gente pasan del extrañamiento a la consideración como exclamando "¡lo sabía!", Nos damos un fuerte abrazo, un fuerte beso en los labios.
Curiosamente, tenía que estar allí, en ese momento y fingir que esperaba a alguien, para que ese alguien apareciera. Fríamente me dice al oído "Sólo espero no hayas olvidado mi nombre"; Le respondo, "claro que no, sí, sí, eres tú, Soledad..." Se limita a ir de mi brazo por el área central de Ciudad Universitaria, que linda es, los años le han sentado bien.
Justo ahora se sienta al lado de mi escritorio y me ayuda a arreglar los papeles, mientras la secretaria de al lado escucha su pequeño radio, hay una canción de Arjona, la única que me gusta de este tipo, "Quien diría", recordando aquellas èpocas donde alguien se iba por el lado de economía y yo de la filosofía.
Soledad, amenaza con no irse y pasar día y noche conmigo. Lo que me he ganado porque tanto hace el que espera, como el que no espera alguien....

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