"LA NAUSEA..."

Sin duda uno de los libros que marcó mi adolescencia fue "La Naúsea" de Jean Paul Sartre, me dejó muchas más dudas sobre la vida que respuestas, casi siempre recurro al famoso personaje principal para tratar de resolver muchas cuestiones.

Estos últimos días me volvió "la nausea" como comúnmente le llamo a este estado de ánimo:

Cuando siento que soy como Sísifo, cargando una piedra enorme y que al final de la cúspide en su redondez me veo arrollado, cuando no dan ganas de levantarse de la cama y para poner un pie en el suelo tengo que juntar un cúmulo de voluntad más grande que la piedra que cargo, también cuando me tropiezo con el prójimo y al estilo de una frase de "El panfleto contra el todo" (Savater); "No puedo creer que tú seas mi prójimo, tan vil y despiadado"; también cuando recurro a las frases de Nietzsche, Ciorán o Pessoa para tratar de responderme lo que siento; o cuando evoco el espectro de Albert Camus y su famosa filosofía del absurdo. También las canciones de Nacho Vegas se vuelven un buen fondo para seguir buscando en lo absurdo lo más complejo.

El nihilismo es el principal refugio en estos tiempos en los cuales ya nada es certero, el principal factor es creer ciegamente en el prójimo, tratar de ser leal y sincero en estos días parece lo más estúpido, pero así lo intento y vuelvo como dijera Julio Iglesias: "a tropezar de nuevo con la misma piedra". A tratar de sonreir, cuando mi filosofía y todo lo que escribo estan profundamente ligados al nihilismo.

Entonces me he dado cuenta que mucha de la música popular latinoamericana de los años 40 del siglo pasado logra expandir esa filosofía del absurdo, pero sobre todo amalgamar la poesía por el amor perdido. La filosofía veda me ha recomendado que el amor carnal logra ser una posesión, simplemente eso, por tal motivo, el ser humano como parte de sus deseos logra llorar al amor perdido como nunca. Y si queremos comprobar algo en las demás culturas podemos escuchar la famosa canción de Jaques Brel "Ne me quitte pas".

La poesía y las canciones desgarradoras logran no un nihilismo, pero sí una función nihilista que se mezcla con las pasiones más bajas del individuo, el dolor que se representa por la pérdida de la conexión de un individuo hacia otro es lo que más logra vender y sobre todo enardecer el estado de ánimo del ser humano en desasosiego. La música y la poesía logran así su función desde los principios de éstas, que es más ni menos que la narración de lo acontecido tan medido para que el cerebro lo memorize. A todos nos ha pasado, hay muchas canciones que nos recuerdan momentos y situaciones, yo siempre recuerdo donde y cuando escuche por primera vez una canción, cosa peculiar, por eso siempre les pido recomendaciones a mis amigos, se que cada que escuche algo los estaré recordando.

Volviendo al tema principal, muchas canciones me recuerdan otras naúseas que he vivido a lo largo del tiempo, pero esta es peculiar porque no hay ninguna canción o música que lo haga revivir para posteriores recuerdos.

La nausea que se representa hoy es una realidad cotidiana, una consecuencia fatídica del acto de pensar, una situación sin sentido, un chantaje moral de las cosas que no he logrado, una confusión entre las necesidades y los deseos, un infierno dantesco en el cual pago las penas de no poder desatarme de la depresión que creí superada, es un canto de sirenas que seducen a lo oscuro de mi poesía, de la música, de despertar con rifts de guitarra eléctrica en mis oídos, de azotar el cerebro en la lucha cotidiana, de esparcir las noches en letras, de atacar las estrellas con un arpón mágico para destrozarlas, de lazar a la luna en su punta izquierda para deshacerla del planeta, este nudo en la garganta que no suelta llanto, de canes que aullan anunciando la muerte del destino que había planteado, de amanecer cantando con una banda de norteños (¿te acuerdas Adri? extraño uno de esos amaneceres surrealistas).

Tal pareciera que la núsea se alimenta de todo aquello que nos daña el corazón, en mi caso se alimenta de lo que daña, lo que sana, lo que perdura, lo que significativamente logra ser esto:
la realidad.

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