A PONCHO...

Antes no podía dirigirme hacia ningún lado, el silencio corroboró la desgraciada sorpresa que me tendió la vida. Es un año de una ausencia que pesa en mi vida, que extraño sobre todo cuando un poco de calma y serenidad o palabras simples y lentas alivianan el alma. Soy afortunado de tener tan buenos amigos que me quieren, de quererlos.
Aún lo escucho riendo el día de mi examen profesional, aún escucho el estruendo de nuestras copas al brindar, aún veo su sonrisa dibujada en mi tesis, aún le escucho decirle a mi mamá "señora, yo soy el próximo que se titula", aún lo veo manejando el Chevy pidiéndome un cigarro de coche a coche.

Aún te tenemos presente con tantas risas que nos hiciste pasar. No podía escribir, hoy por fin comprendí que ya no estas con nosotros en cuerpo pero que todos te llevamos en alma. Aún te veo esperandome fuera de la facultad de odontología después de mi operación de muelas del juicio, aún esta el recuerdo de tu dormitar en mi sillón abrazando a mi perro Trotski después de unas buenas copas. Aún te veo defendiéndome en las calles del centro contra los mala copas, abrazándome una noche en la cual no paré de llorar.

¿Recuerdas que el primero que se durmiera en la fiesta le tocaban bigotes y cejas de Gordolfo? Jamás hubo desempate.

Recuerdo tu sonrisa discreta. Me viene a la mente la noche que nos echamos unas copas en Copilco y te fuiste caminando a tu casa a las 3 de la mañana, el día siguiente yo tuve que dar una conferencia, a la cual fuiste tú el único amigo que estuvo y que para variar te quedaste dormido, pero alli estaba tu apoyo, tu existir, tus ganas de estar a mi lado. O cuando te quedaste en mi casa y pasamos toda la noche escuchando un CD de Julio Jaramillo con Daniel Santos, épico, se repitió como cuatro veces, pero estabamos cante y cante.

Seguimos riendo de aquel cumpleaños mío cuando soltaste una de tus famosas frases: "No Señor, cuando yo hablo se me escucha". Recuerdo una tarde que pasamos por Omar a Mixcoac, veníamos escuchando Radio Ibero porque el CD de tu coche no servía, pero emprendimos el viaje hasta el Centro Cultural España con tus engaños para ver a tu femina enamorada.

O aquella noche en el Museo Carrillo Gil, que nos encontramos a Goran Petrovich echado el "cake" y después de su presentación de su última novela nos bebimos todas las botellas de vino que habían sobrado, tú sólo te recargaste en un aposento de esculturas y lo tiraste, pero ni eso te dejó que colgaras el celular, entre Omar, Odín y yo recogimos el desperfecto, y lo sustentamos diciendo que eras actor de performance.

Casi nunca abrazabas, pero el día que te dije que Gisela era mi novia (porque tú fuiste el primero que se enteró) me abrazaste y dijiste: "Drilo, te la rifas man, Felicidades hermano", o el día de mi examen que le dijiste a Gisela: "que guapa eh". Todavía esa noche de el festejo de mi examen, dormitaste tantas horas y al final te llevaste a todos en tu coche, me dijiste "estuvo chida la fiesta men, el pex es que me la perdí", me volviste abrazar y te fuiste manejando el Chevy. Ese fue nuestro último abrazo en persona, puesto que en mis sueños has venido a visitarme varias veces.

Sólo quiero que el mundo sepa que te extraño mucho, seguro cuando estemos juntos la vamos a pasar poca madre. Sólo quiero que sepas amigo Poncho que te agradezco por todo los momentos felices que me hiciste pasar. A un año, nos duele y creeme que toda la misa de hoy tuve un nudo en la garganta, y que justo ahora no paro de llorar, no porque te fuiste, sino porque no has vuelto a echar el coto con la banda. Fuiste mi amigo, serás mi amigo, eres un ángel que desde lejos me protege, gracias por ser tan buen amigo, gracias por creer en mí, hermano.

Te extraño amigo, pero no paro evitar soltar una sonrisa cuando recuerdo todo lo que pasamos. Desde tu dormitar en Garibaldi, hasta la venganza de la gastritis, desde la Leona Dormida, hasta Ponchilium di Trento, las aceitunas del pastel, tu corte de cabello, del cual le dijiste a la chica de la estética "cortame lo más sexie que quede por favor", la cacería en la facultad, el día que dejaste las llaves dentro del coche y fuiste hasta tu casa por el duplicado. Cuando fuimos a casa del Omi con Hard Candy y compañia, uchale, eso que puse son sólo unas cuantas que pasamos, pero de allí en fuera hay muchas más historias que dibujamos juntos. Te extraño.
Gracias Amigo, Gracias.

Comentarios

  1. "No señor, cuando yo hablo se me escucha" jeje Riposi in pace poncho...

    Buen escrito david.

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  2. Recuerdo esa noche en el España, un "sí gustas, estaré presentando el trabajo que hicimos", se convirtió en una reunión de amigos (Odín, Omar y David) acompañándome. Lo recuerdo muy bien, jeje. De la llamada sólo recuerdo ruido que nunca confesó fuera por haber tirado tales esculturas, jajaja...muchas cosas las sé ahora a través de sus anécdotas.
    Agradezco que hayamos logrado unirnos y tener la oportunidad de compartir este tiempo tan difícil.
    Abrazo enorme!

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