La Gallina en la Playa....




Diciembre es el mes en el que visito el mar, me gusta para ver el horizonte y el sol ahogarse en las olas... es casi ritual visitar el mar, no me revuelco en las olas, voy a conversar con él, con ese anciano perpetuo e inmenso donde termina la tierra y me argumenta con su sonido relajante lo delicioso de la vida. Cierra los ojos, escucha los consejos del Mar, ten cuidado, en algún momento la inmensidad puede seducir a ir en busca de Alfonsina. De repente dan ganas de zarpar a tierras lejanas. El mar es justo, lo es, en la Grecia Arcaica se impartía justicia invocando al único hombre justo entre los justos Nereo el anciano del mar.

Justo ahora recuerdo una de las metáforas más bellas que me ha dado la vida. Hace algunos años en la playa una mujer se se encontraba tirando migajas de pan a las gaviotas, desde mi ángulo interpreto que ese acto era de disfrute total, su sonrisa hacia juego con lo hermoso de sus ojos verdes y el bronceado de su piel; observé su talle y comprendí que pocas veces uno admira tan hermoso cuadro, si fuese pintor lo hubiera puesto en escena lo más pronto posible, pero decidí admirar, sólo observar tal cual espectador de la vida: La mujer bella, echando migajas a las gaviotas, de repente no comprendí su huida repentina, las migajas esparcidas y las gaviotas aterrizando para degustar lo que de aquella suave mano había dejado, las olas me distrajeron y pensé que el cuadro había terminado, no había más, a uno le gusta ir imaginando mil cosas, entre el pintor y el escritor no hay gran diferencia, nada es tan natural y todo es una creación abstracta, incluso nada hubiese mejor que haber entablado un diálogo con la hermosa mujer, pero desistí, sin embargo, yo si estaba conversando con el entorno, el cuál me provocó el silencio rotundo porque en él pareció una gallina color naranja, jamás me había dado cuenta que tan hermoso puede ser el plumaje de una gallina, el sol emite palabras con sus rayos proyectados en aquel plumaje variopinto, dicha ave pidió la palabra en el debate al empezar picotear las migajas esparcidas en la arena.


Jamás había visto una gallina tan imponente, es precavida, sigilosamente con el cuello va comiendo las migajas, es prudente, eso mismo tienen las aves, parece que van escogiendo poco a poco todo aquello que van a digerir, e incluso en ese acto van parpadeando como emitiendo una clave morse indescifrable. Ella allí, en una calma profunda que me provocó cierto fervor, pasividad que de pronto fue interrumpida pues las gaviotas comenzaron una batalla por las migajas, se proyectaban hacia la gallina con una fuerza descomunal. Ese diálogos e vuelve violento, ya no hay sonidos de mar, e incluso pensé que lo mejor era emprender la huida de la gallina sería lo mejor, empero se aferró a sus migajas, se defendió como nadie, soltó picotazos y las tres gaviotas la evadían, hubo choque de picos, plumas esparcidas en la arena e incluso las migajas parecían olvidadas, la batalla entre las aves confinaba aquello que le llaman entropía. Tal parece que aquello por lo cual se peleaba ya no valía, aquí ya era una posesión del territorio, el papel de las migajas emanadas de la mujer era como un imán, por un momento pensé que había sido una trampa para que las aves peleasen. Esas migajas tenían incluso un poder mágico de atracción, jamás había visto gaviotas pelear por pan (sólo por desperdicios de peces), jamás había visto una gallina en la playa, mucho menos esa brisa alrededor de esa mujer tan bella.

Y como en toda batalla hay siempre un vencedor. La gallina simplemente posó su cuerpo encima de las migajas, ya no había pretexto para atacar y había un engaño de por medio, el ave terrestre ocultó las migajas con su cuerpo y aquellas aves voladoras no hicieron más que cansarse y escapar. Al final, las migajas quedaron solitarias, esparcidas; era el vivo reflejo de una tortura, era un grito esperanzado. La gallina emprendió la huida con su altivez característica hacia una choza donde volvió a posarse y descansar tan plácidamente. Las gaviotas volvieron a proyectarse hacia el mar...

Ese diálogo intenso, efímero e irrepetible me permitió comprender algo tal cual oráculo desprendido del mar: Las mujeres que son y se creen hermosas tiran sus migajas a las aves que vuelan, entonces se desata una lucha intensa entre el aire y la tierra, es el ave que más pegados los pies a la tierra quien triunfa...

Ojalá y así fuera la vida....


Comentarios

  1. Estimado David,

    Me gustó tu historia y sobre todo la metáfora. De la misma forma hay gente que pasa por el mundo esparciendo sus migajas en forma de ideas, pensamientos y acciones. Muchos, como gaviotas, querrán recogerlas, tomarlas y adueñarse de ellas. Pero muy pocos serán los que, no conformes con recoger las migajas, van al encuentro directo del ser que las esparce y en el camino quizá haya que apartar y luchar con otros para llegar a esa persona, con suerte sólo uno llegará a ganar su corazón para comer directo de su mano. Por su parte, las gaviotas buscarán más migajas en otros parajes valiéndose de sus alas, pero aquél que las tiene pero prefiere usar sus pies tiene la ventaja porque las migajas están en el suelo y quien las esparce toca la misma tierra que él.

    Gracias por compartir tu escrito!
    Un abrazo,
    Rafael Baralt
    @raguniano
    @rbaralt

    ResponderEliminar
  2. Tenía mucho sin pasar por aquí, como siempre es un gusto leerte

    :D

    me gustó tu historia, la forma en que describes todo

    Saludos, que estés bien

    byE

    ResponderEliminar

Publicar un comentario