Capullos....

David Torres Yáñez. Copyright. México, Abril 2010

Vuelve Saturno a deborar el alma, vuelve el gemido en la almohada manchada de soledad, encima, resonó la guitarra olvidada trae notas de desesperación. Cuido la noche con la vigila derramada y el silencio que se rompe con el aullido de los perros en la calle.
El viento es frío a pesar de primavera. Y me pregunto ¿cómo llegar al horizonte? seguro volveré a este mismo punto de confluencia con la razón. He preguntado a los filósofos de la vida, el por qué de las cosas, el por qué de los sentimientos, responden con una sonrisa dibujada en sus barbas: el oficio de ser algo en la vida.
Hacia la calle de un soplido esparzo las nubes para que dejen volver a las mariposas nocturas, me contesta un anciano pataleando en la corniza del cuarto piso del edificio de enfrente : "son sólo capullos de ilusión".
Regreso y observo las letras bailar alrededor de mi habitación, se burlan sin cesar de la arrogancia que me prendo de ellas. Vuelve mi perro aposentarse en mi cama y sólo duerme; aveces creo que me roba el sueño para que yo no padezca pesadillas.
Y no vuelven las mariposas en la noche, ni quien contemple la tontería que derramo en la vida. vuelvo a mi ventana y el anciano sigue riendo, gritando y repitiendo: "sólo son capullos de ilusión", no hay mariposas.
De nuevo los 4 filósofos disertan en la mesa de la habitación: que ha de ser primero, si el ser o la vida, o el ser de la vida, el corazón y los sentimientos; se acarician sus largas barbas, con gran clase discuten sobre lo que hay en la mesa, no logro observar, tal cuales cirujanos siguen balbuceando entre el ser, no dejan ver lo que hay en el centro de la mesa.
Entonces un poeta baila con las palabras y se sigue burlando de la arrogancia con la que me prendo de ellas, de la sintaxis que no logro plasmar en este momento. Alguien descuelga la guitarra y las notas de desolación suenan.
El filósofo más anciano, sigue riendo, abre paso en la mesa, veo de que siguen disertando, pero de pronto hay un especimen raro que palpita, cubierto de sangre, meticulósamente lo examinan, buscan su ser antes de que muera, tal cual pez recién sacado del agua se aferra a la respiración y a la vida, en ese momento el filósofo más joven me toma del brazo y me dice: es tu corazón destrozado.
No hay mariposas esta noche, el anciano rie, los filósofos cogen sus libretas y con las letras esparcidas en la habitación empiezan a disertar sobre sus descubrimientos, el poeta es el corrector de estílo aunque se burla y dice que es como una historia de Poe, la guitarra guarda silencio.
Yo sólo contemplo, no hay nada más que hacer, ahora todos se burlan de mi arrogancia, la música, el poeta, los filósofos, el anciano... la arrogancia que me prendo de la literatura, la poesía, la música, el arte, la filosofía....
Y en este cuadro de burlas, el corazón va encontrando su agonía; pensó que las noches con mariposas durarían eternidad, cuando sólo han sido capullos de ilusión...


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